El pasado 19 de julio ocurrió un hecho asombroso en la localidad de Cartaya; un perrito de juguete de color rosa, comprado por la madre de una niña de 3 años que ya se lo venía pidiendo desde las vacaciones del año pasado, nos dejó atónitos a diversos familiares y medios de comunicación al COBRAR VIDA. Aquí tenemos una foto del perrito en cuestión.
Lo imusitado del caso es que lo que parecía un auténtico encanto de perrito resultó ser un verdadero psicópata y al poco de cobrar vida atacó a un peluche unicornio que se las pintaba felices. El unicornio feliz tampoco es que fuera muy legal, pues se dedicaba a la copia pirata de películas en DVD con rótulos en ruso y subtítulos en chino. El caso es que el jamelgo copia barata de rinoceronte se hallaba descargando musiquilla del emule cuando apareció el perro poseído por sus demonios y le asestó subitamente un golpe mortal de naturaleza desconocida. El unicornio feliz se encuentra en la UVI del Hospital Veterinario de Huelva con pronóstico reservado pero muy chungo.
Aquí tenemos una instantánea de momentos antes de la agresión tomada por nuestro reportero Alfonso Peras.
Tras estos momentos de violencia extrema, el perro psicópata fue a pasarle la ITV a su motociclor y luego a echar unos papeles para presentarse a las elecciones de Burkina Faso, celebradas el 25 de Julio y en las cuales el cánido diabólico arrasó, siendo declarado presidente por mayoría absoluta y por sus cojones. En la siguiente foto podemos apreciar lo realmente psicópata que es el presidente de Burkina Faso y su diabólica mirada intrínseca.
El 29 de Julio, a su regreso de una asamblea de la ONU, el perro psicópata entró en crisis existencial y se murió de asco. Perro Psicópata deja perra, diez cachorros y una presidencia.
La siguiente fotografía pertenece al archivo forense del servicio secreto de Burkina Faso, tomada tal como fue hallado el cadáver. Al parecer Perro Piscópata no se privó de unas buenas tapitas de jamón antes de diñarla.
"Echaremos de menos tu mala leche, Perro Psicópata", han sido las palabras de despedida de Mahmud Ahmadineyad, otro que deja el cargo, pero sin morirse.